Por Víctor Manuel Sánchez Bandala
A nivel federal, existe una abierta polémica sobre el uso, manejo y beneficio de plantas, llamadas medicinales, históricamente utilizados por nuestras culturas ancestrales, incluso, debido principalmente a la injerencia mercantil de los grandes laboratorios y empresas farmacéuticas trasnacionales que a todas luces buscan descalificar una verdad insoslayable.
La aplicación de las llamadas medicinas o terapias tradicionales, esas que hacen uso de la herbolaria y otros muchos conocimientos ancestrales, locales y extranjeros es sin lugar a duda una alternativa en la atención preventiva y terapéutica de miles de personas, sobre todo del medio rural.
Como se sabe se considera medicina tradicional indígena mexicana, al conjunto de sistemas de atención a la salud que tiene sus raíces en profundos conocimientos sobre la salud y la enfermedad que los diferentes pueblos indígenas y rurales de nuestro país han acumulado a través de su historia, fundamentados en una interpretación de su cosmovisión.
La falta de valoración de estos conocimientos, por parte de instituciones públicas y gobiernos locales sobre todo, desaprovecha el gran potencial terapéutico de técnicas y conocimientos avalados por la misma sociedad que hace uso de ellos.
Si bien es cierto, la charlatanería influye en muchos de los casos en que haya una “mala imagen”, lo cierto es que la denominada “medicina tradicional ancestral” reclama, a través de sus especialistas una mayor atención, apoyo y promoción, incluso desde las áreas de los gobiernos.
La aplicación de terapias con el conocimiento herbolario y uso de plantas medicinales, medicina indígena tradicional, así como de técnicas orientales como el Reiki, acupuntura, ayurveda, masaje, aromaterapia, homeopatía, par-biomagnéticos, temazcal y otros conocimientos mayas, otomíes y nahuas, son cada día más utilizadas por la gente de todos los niveles socio económicos y culturales.
Hoy en día, contrario a la propaganda negativa de las empresas que -controlan los medicamentos químicos-, en contra del uso de plantas y de la herbolaria, por ejemplo, numerosos universidades del país, como ya sucede cada vez más en países de Europa y Asia, están incluyendo carreras, cursos y diplomados especializados en medicina tradicional y terapias alternativas.
Es bajo esta óptica que, conociendo su potencial y cantidad de curanderos, médicos tradicionales y terapeutas tradicionales que existen en el estado de Querétaro, desde la valle sagrado de Tolimán, incluyendo la zona de Amealco y Pedros Escobedo y hasta en la región serrana se hace presente la propuesta de que en materia de salud pública se tome en cuenta ese invaluable conocimiento, incluso como una manera de promover el turismo de sanación tradicional.
Falta la “apertura” de nuestros gobernantes para que, en apoyo a la salud se incluya programas de medicina tradicional y terapias alternativas aprovechando el potencial y conocimiento de quienes, con verdadera pasión y respeto, sin charlatanería, contribuyen en la sanación de miles de personas cada día.