Por Víctor Manuel Sánchez Bandala
Frente al resultado político-electoral, las dirigencia partidistas, sobre todo del PRI y del PAN, a nivel nacional y estatal, tienen la obligación moral y ética de autoevaluarse y reconocer, según su corolario, si pueden o deben mantenerse en la dirección de su respectivo instituto político.
De entrada el dirigente transitorio, que no líder del Partido Revolucionario Institucional, PRI, Rene Juárez Cisneros ya presentó su renuncia al cargo, poniendo el ejemplo para sus homólogos partidistas, que ante el descalabro y claro debacle político tendrán que seguir su camino los del PAN y PRD, por ejemplo.
Súper golpeado, el tricolor, el otrora poderosísimo “partidazo”, deja su estatus omnipotente para convertirse en la tercera fuerza política del país, incluso también a nivel estatal donde también los resultados los dejan muy descobijado.
Desdibujado el priísmo encarará la más ruda fase de su existencia como Instituto político, luego de muchas, muchas décadas de tener el “sartén por el mango”, con su respectiva interrupción en los mandatos panistas de Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa.
Bajo este nuevo horizonte, el PRI tiene ante sí un gran reto, no sólo para renovarse como partido, atendiendo las nuevas circunstancias del entorno, sino, sobre todo para sobrevivir ya sin los cuantiosos e incontables recursos económicos que le favorecían indiscriminadamente como partido en el Poder.
No menos preocupante es la situación del Partido Acción Nacional, que igual que el multicitado tricolor, enfrenta en este 2018 la más brutal derrota de su estadía como fuerza político-partidista desde su nacimiento conservador.
En este contexto de debacle albiazul, Damián Zepeda Vidales, Presidente temporal, del Comité Ejecutivo Nacional del panismo, adquiere la responsabilidad de asumir, con ética la derrota que sin lugar a duda le “endosa” el candidato presidencial derrotado, Ricardo Anaya Cortés.
Su imposición como dirigente nacional del PAN, a todas luces manipulada por el queretano ex Presidente del PAN lo hace responsable del “costal” de errores, traiciones y abusos del joven maravilla, “costal o maletín anayista” que dieron como resultado el estrepitoso resultado electoral el 1º, de julio .
No en vano le comienza a resaltar en la prensa nacional y en toda la estructura partidista no copada, que en el PAN nunca más debe haber un presidente de partido que sea candidato a la Presidencia.
Y bueno en el ámbito estatal, tanto el PRI como el PAN, sus dirigentes Juan José Ruiz Rodríguez y Miguel Ángel Torres Olguín, respectivamente también tendrán que echar sus “barbas a remojar” con objeto de “limpiar” la casa que han dejado muy turbia.