Aquel concepto de que no se puede estar peor ya no aplica con nuestra Selección, por increíble que parezca. La molerísima Nations League se presentaba como un placebo para que al menos subiera el ánimo del Tri en esta etapa crítica previa al Mundial, pero termina por exhibir las áreas más flacas del equipo de Martino. Entre más juega México, es peor, acumula más dudas. Es una bola de nieve que debe parar antes de convertirse en avalancha que sepulte la esperanza futbolera de todo un país.
Lo peor del partido en Torreón es lo hecho por el monstruo de mil gargantas que pedía que un chico de 18 años como Marcelo Flores se convirtiera en el héroe inesperado de México en el Mundial, situación que sucedió en mínimas ocasiones en la historia futbolera, como con aquel Pelé que conquistó Suecia 58 con edad apenas menor. El volante del Arsenal tuvo el infortunio de fallar un penalti y acabó destrozado en el vestidor. El hambre de ídolos de nuestro país le pasa factura a un muchacho con talento y futuro, pero que es empujado al escenario sin un proceso cuidado e inteligente, sólo por necesidad.
Hay un ala de especialistas que creen ser científicos de este deporte que asegura que un mexicano, por el hecho de estar registrado en un club en Europa, merece un trato distinto; que deben saltar más jóvenes al Viejo Continente para fortalecer a nuestra Selección, ideas que provocan que se les cargue la mano de más a chicos como Marcelo.
Flores debe consolidarse en un club que realmente le deposite esperanza, con estrategia y proceso inteligente. Un ejemplo reciente es lo que sucede con Eugenio Pizzuto, un mediocampista que tenía un futuro rutilante en Pachuca y selecciones menores, cuyo padre escuchó el canto de la sirena y se lo llevó a pasear por Europa gracias a su categoría de comunitario. El potosino de 20 años lleva perdidos al menos un par de años de proceso que hubiera tenido con el cuadro tuzo, y hay elementos como Erick Sánchez o Kevin Álvarez que tienen una consolidación a la altura de Liga MX y ya tienen proyección europea y también de la Selección Mayor.
Martino debe entender que para poder aprovechar a un juvenil en Selección Mayor debe estar arropado por la experiencia, como cuando Guardado se estrenó en el Mundial de Alemania 2006 de la mano del técnico argentino, Ricardo La Volpe, y una soberbia generación mexicana, no entre una plantilla de suplentes que pelea con uñas y dientes un lugar en Qatar 2022. Pero hoy, exigir que el seleccionador tenga un poco de criterio ya es mucho pedir.