Fue útil que salieran a la calle. Para que esos estratos históricamente favorecidos dejaran constancia de la alergia que les produjo el voto arrasador del 1 de julio. Fue útil para que explicitaran la defensa de privilegios y su resistencia al cambio. Y para dejar claro que el malestar lo comandan individuos de formidable autoridad como el ex presidente Vicente Fox.
La delirante dispersión de sus demandas parecía el vomitivo hilo de un tuit, desarticulado y nutrido por vaguedades y desmesuras bajo el imperio del argumento ad hominem . ¿En qué mundo viven esos que salieron a quejarse del socialismo y a soltar la ocurrencia de pedir la renuncia de un presidente legítimo, electo democráticamente y que sólo lleva unos meses en el cargo? ¿Hay que pararlo sólo porque me late que podría llegar a ser dictador? Es el colmo del rencor, la distorsión y la falsificación. Nomás falta que ese autoritarismo callejero pida cárcel para cualquiera sólo porque le parece que en el futuro podría ser asaltante.
Por lo demás, habría sido simpático que también sacaran a orear su mala leche personas como Luis Estrada, que se vende como analista para llevar la escrupulosa contabilidad de las conferencias mañaneras, pero que oculta el alto cargo que tuvo en Gobernación durante el gobierno de Felipe Calderón. También me habría gustado ver asoleándose a un empresario de voz engolada que saluda como liberal, pero que oculta su alta investidura como miembro del Consejo de Administración de Televisa. Sí, claro, me refiero a Enrique Krauze.
Es cómico que los causantes del desastre reclamen que el nuevo gobierno no levante pronto el tiradero. Más cómico resulta que los propagandistas del viejo régimen, microscopio en mano y disfrazados de críticos, reprochen que las ruinas no se hayan convertido ya en una catedral reluciente. Que se expliciten las contradicciones. Que laman sus heridas los desplazados que veían sus privilegios como algo natural y que cayeron en la depresión al mismo ritmo que perdieron sus negocios. El actual presidente no ha dividido al país, el país está dividido por la desigualdad social, atizada, por cierto, por políticas públicas que fueron reprobadas en la elección pasada.
A pesar de todo, caben dentro de la democracia estos excesos. Si bien es cierto que el presidente no debe olvidar que su proyecto de nación no contó con el favor de 47 de cada 100 electores, también lo es que el país del PAN de Fox y Calderón fue rechazado por 78 de cada 100. Y que el país del PRI de Peña y Salinas recibió el repudio de 85 de cada 100 electores.
Ciudad de Querétaro, mayo 9, 2019.