Por José Ricardo Sánchez
Diego, cada letra se acomoda,
se abalanza para ampliar cualquier término que de amor juegue.
Una sensación regresa cuando pronuncio ese nombre,
al contemplar los ojos de quien pregunta por qué.
Ya lo veo, un joven apuesto que me mira ya viejo,
alguien que yo prefiero decirle otro nombre.
No hago énfasis en un solo nombre con cinco letras sólo porque sí…
Su historia está ligada directamente conmigo,
yo le llamo hijo.