Diana Rubio Garay
Tres noches sin dormir bien y otras tantas con los ojos bien abiertos. Desayunos y cenas ralas por la ausencia de apetito y vigor, porque hasta para comer hay que tener fuerzas. La ropa hecha bola a un lado de la cama donde medio duerme, Continuar leyendo «La ventana. Sólo hay de dos sopas»