Resulta que en ese tiempo como en cualquiera, en la escuela
secundaria tenían la materia de ganadería y los alumnos tenían que hacer sus
prácticas. El maestro les dijo a los alumnos más latosos que de castigo se
quedaran después de clase para que le ayudaran a vacunar los puercos de esa
camada, los jóvenes pusieron sus caras molestas porque no lo querían hacer,
pero el maestro les dijo que entonces se quedarían reprobados… el chiste es que
tuvieron que aceptar.
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