¡Caminos sin retorno, Prisionero de un destino vulnerable e incierto!.
*José Alvarado Sánchez, orgulloso Pinalense queretano que desde el 1997 año en que por primera vez salió en busca del «sueño americano» ha formado una familia sobre la endeble base de una estancia migratoria indocumentada en EEUU
*Frente a su condición migratoria, Jose ha tenido que saber del fallecimiento de sus queridos padres sin poder asistir a su velorio y entierro en Mesa de Santa Inés, Pinal de Amoles, Qro.
*A pesar de la fuerte caída de trabajo en EEUU, sobre todo a partir de la pandemia de COVID, no le falta empleo suficiente para salir adelante como trabajador de la construcción, gracias a su prestigio como trabajador, ganado a pulso.
Dale, Austin, Tx, EEUU.
Aún con la fuerza y vitalidad que reclama el desempeño laboral en esta nación, Jose Alvarado Sánchez, nacido en 1976 en la alejada comunidad de La Mesa de Santa Ines, (perteneció a La Ciénega), Pinal de Amoles, QRO., junto con su pareja Rosa Maria Hernández Sánchez, originaria de Atlacomulco, Edo de México, Mx, y de su adolescente hija Laila Michelle, con más de 19 años de trabajar en condición migratoria irregular sonríe con evidente alegría y satisfacción por no solo salir adelante sino también ir creando un patrimonio «pa cuando me retire», dice este orgulloso Pinalense que hasta el último minuto de vida de sus ancianos padres estuvo al pendiente de sus gastos y necesidades materiales como buen hijo que fue.
Con el triste recuerdo de una niñez de graves carencias, José y sus cuatro hermanos vivieron una infancia de pobreza y marginación.
Fue, precisamente la necesidad la que lo orillo a salir de su alejada comunidad, primero a la ciudad de México y Toluca, donde se desempeñó como ayudante de albañil, y luego a la edad de 20 años en busca del «sueño americano’ bajo la «custodia’ de un «coyote» profesional.
Así, con el apoyo económico e invitación de un hermano que trabajaba en Austin, Tx , logra establecerse durante tres años en Austin, Tx, EEUU. Pero como que no le gustó mucho estar fuera de su patria se regresó a su pueblo donde aún vivían sus padres Vicente Alvarado y Feliciana Sánchez.
Para el año 2001 vuelve a contar con el apoyo financiero para pagar el servicio de otro «coyote» e instalarse por seis meses, otra vez en Austin, Tx, EEUU.
Era joven, soltero y sin mayores responsabilidades, además era un tanto bohemio, porque le gustaba «entrarle» fuerte a la cerveza, así que por esos años fue poco o nada lo que pudo aventajar en lo material por el esfuerzo de su trabajo.
Sin futuro ni porvenir para cambiar su situación de pobreza en el rancho, o sea en su tierra natal, por tercera vez en el 2002 regresa por dos años más como «norteño» en busca del anhelado,»sueño americano».
Joven y sin compromisos de una familia, pero con la intención de salir adelante, vuelve a EEUU, en el 2005, está ves a Orlando, Florida, donde ya con más experiencia laboral trabaja en la carpintería.
En el Inter de sus dos últimos regresos a su tierra natal, conoce a quien con harta lealtad y amor lo sigue hasta la fecha, primero desde Orlando, Florida y ahora en Austin, Tx, Rossy. Hernández Sánchez, su pareja de vida con quién a procreado a su «niña», Leila Michelle de 13 años de edad.
Por cierto, Rosa Maria es Licenciada en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Querétaro pero no ejerce en EEUU, por su condición de indocumentada, situación que no le ha impedido luchar hombro a hombro con José.
José sale de su casa a las 4.30 am, para ganarse la vida, recorriendo una, dos y hasta tres horas de carretera. pero antes su pareja le prepara el lonche del día consistente en media docena de generosos tacos de papas o frijoles que le darán vitalidad para aguantar el trabajo que concluirá por la tarde-noche después de volver a conducir su trocka a una, dos o tres horas, según a donde le haya dado trabajo el patrón contratista, antes por la madrugada su pareja, Rossy prepara amorosamente el lonches del día, consistente en media docena de generosos tacos de papas o frijoles que le darán vitalidad para aguantar el trabajo a veces a más de 40 grados que concluirá por la tarde-noche después de volver a conducir de regreso su trocka una, dos o tres horas, según a donde le haya dado trabajo su patrón contratista.
Es necesario precisar que bajo el inclemente clima y el imparable ritmo de trabajo la jornada laboral se extiende tatuando la ropa del inmigrante indocumentado con la sal de su copiosa sudoración. El llamado «coyote» cobra de entre tres, cinco, siete y hasta nueve mil dólares por «guiar y acompañar» al inmigrante que pasará al otro lado, la mayoría de las veces, con el peligro y riesgo de cruzar durante varios días cientos de kilómetros en áreas agreste y semidesérticas de la franja fronteriza.
Para el cobro por su servicio el «coyotes» previamente hizo un acuerdo de pago con quien respalda (generalmente un familiar o amigo) que vive o es residente con o sin papeles migratorios en algún lugar de EEUU.
Hoy, José Alvarado Sánchez orgulloso Pinalense cuenta con trabajo suficiente para hacerse de un modesto patrimonio tanto en esta tierra texana como en su comunidad, sin dejar de soñar con volver a ver a su familia sin alguna limitación migratoria y para ello está pagando (por segunda vez, de la primera gestión no tuvo respuesta ni contestación profesional de la anterior Licenciada), a una abogada que gestione su estancia legal en la Unión American. Felicidades. VMSB