En una ocasión en una comunidad del municipio de Huimilpan tenían una de las secas muy duras, las plantas y el ganado se estaban secando y muriendo.
Se reunieron en la ermita de la comunidad y decidieron pedirle permiso al párroco del municipio de sacar al Santo Cristo para pedir las lluvias y obtuvieron el permiso, se llevaron al Santo Cristo a peregrinar a las milpas y lo regresaron a la iglesia.
Por la tarde se formó un nubarrón y les cayó un torrencial aguacero que hiso destrozo por todos lados, en las milpas, en las acequias y los caminos; en fin fue un desastre total que al día siguiente fueron a ver al padre ahora para pedirle la imagen de la Virgen María.
El padre intrigado les pregunto que para que, si ya les había llovido bastante a lo que los campesinos le respondieron que para que viera las chingaderas que había hecho su hijo.