Pedro Marín Zárate (escritor y recopilador de material del libro Batiburrillo)
Fragmentos III, de una plática con Carmen Quinto, en su casa de San José de las Flores, con su esposa y su hija Tomasa, sale el siguiente relato:
Me iba a buscar a los animalitos, regresaba a las once o doce de la noche y no había nada qué comer.
Me levantaba y me iba por las casas buscando quien me quisiera hacer tortilla y nadie quien quisiera. Entonces me acordaba de los consejos de mi padre. Pero ya era tarde.
Llegué a San José el año de 1952. Me vine de los Arados donde vivía. Yo creo que aquí voy a entregar el pellejo.
Ya estando aquí, vino un hijo del patrón a quererme llevar a trabajar. Ya no me fui. Duré siete años trabajando como vaquero con él.
No me daba vergüenza lazar animales. Todos los días practicaba lazando y manejando animales. Al final empecé a practicar el lazo del ocho, no es fácil, no cualquiera lo hace.
Me casé el 52, la mujer es del estado de San Luis.
Ese año se casó Cosme Castillo con Máxima, hija de don Pascasio, ellos ya estaban aquí me invitaron, me mandaron un recado y por ese recado vine y todavía no me voy.
Antes de la mujer que tengo, levanté otra, pero me salió de la jodida, hoy estaba conmigo, mañana se iba, volvía y así duraba hasta quince días sin regresar.
Un día le dije, si quieres andar libre, órale, allí está el camino y si me quieres acompañar también. Le había prometido que nos íbamos a casar, y me dijo:
–‘Ora te casas a “güevo”.
–No para hacer esas, cosas se hacen de voluntá –cuando me vine, ella se quedó allá.
Ya estando aquí, ella llegó. Me fui a trabajar con don Sabás Luna y ella se fue con doña Lupe Martínez, en eso vino un primo y se la llevó, yo se lo agradecí.