- Encerrado en sí mismo durante varios años, luego de un lamentable accidente por el que pierde la vista de su ojo y oído derecho y la amputación de sus dos brazos, Fernando Reséndiz Ortiz es un ejemplo a seguir.
- Volvió a nacer, el accidente que sufrió a sus 14 años de edad y tras varios años de vivir una angustiosa depresión, Fernando se levanta, baila y pinta con gran esfuerzo, pero sobre todo se deja ver como un excelente motivador para quienes con menos problemas se derrotan.
- Para él, “hay muchos ángeles que no necesitan alas para volar”, al referirse a personas que lo han ayudado para salir adelante y para que siga logrando sus objetivos de ser una gran artista plástico. “Todo tiene solución”, dice con tono motivacional.
San Joaquín, Qro. Originario del rancho El divino pastor de la delegación de Maconi, Cadereyta de Montes, Qro., Fernando Reséndiz Ortiz soñaba con irse al otro lado, de migrante, como algunos de sus hermanos mayores, sin embargo el destino tenía otro camino para él. Hoy nuestro entrevistado se ha convertido en un excelente ejemplo de superación personal, además de un pintor en busca de su superación profesional, como artista plástico.
Siendo un niño, en tareas del campo donde ayudaba en la milpa familiar, allá por la región de Zimapán , de pronto, dice, escucho un fuerte sonido, como de una explosión, perdiendo él el conocimiento, no sabe cuánto tiempo, hasta que, todo ensangrentado, supo que lo estaban trasladando a un médico.
El traslado del pequeño lesionado (Fernando) de entre el agreste terreno de la zona, hubo que cargarlo con una camilla improvisada ahí mismo entre la siembra de maíz, el accidente ocurrió más o menos a las 6 de la tarde ( 4 de agosto de 1997, fecha inolvidable para él), y duro varias horas, hasta que a las cinco de la mañana del día siguiente al accidente se le pudo atender medicamente.
El más pequeño de los seis hermanos que componen su familia, después del accidente, durante varios años se ahogó en su pena interna, su autoestima estaba destrozada y por su puesto la depresión lo estaba atormentando y casi matando.
“No quería ver a nadie, mucho menos salir a la calle, el haber perdido mi oído y ojo derecho y mis dos brazos me habían causado un fuerte daño psicológico”, reconoce el hoy influyente motivador humano.
Para salir adelante, hasta llegar a donde hoy se desenvuelve Fernando Reséndiz Ortiz reconoce el apoyo de toda su familia, así como a una persona de nombre Eleazar Álvarez quién lo motivo ampliamente hasta lograr que saliera poco a poco de su encierro emocional. Es a partir de su interés personal por buscar la forma de hacer algo, aún en sus condiciones físicas