- Desde la Mesa Central Chichimeca que encabeza el General de danza, don Margarito Aguilar Hernández comenzó la implantación de la santa velación a las ánimas benditas, ceremonia para agradecer y exaltar a los ancestros de la tradición que sigue viva.
Por Víctor M Sánchez Bandala
Barrio de San Francisquito, Santiago de Querétaro, Qro. En exclusiva para periódico Mensajero de la Sierra Gorda. Luego de que en el año de1872 don Atilano Aguilar asignará el 14 de septiembre de cada año para venerar a la Santa Cruz de los Milagros, el linaje Aguilar honra con hechos y gran sacrificio físico y material esta gran tradición viva.
Para don Margarito Aguilar Hernández, General de danza de la Mesa Central Chichimeca, una de las 22 registradas en Querétaro, “con la implantación de la santa velación a las ánimas benditas cuyo motivo principal sirve para agradecer y recordar a los abuelos y abuelas”, inicia formalmente la fiesta de exaltación a la santísima Cruz de los Milagros de Querétaro.
Durante la velación “las animas del purgatorio nos iluminan para continuar con esta bella tradición que permanece viva” resalta quién con orgullo sigue trasmitiendo a las nuevas generaciones está reconocida tradición de fe.
Para esta ocasión, como cada año, a partir de las ocho de la noche del día doce de septiembre comienza el rito ceremonial en la capilla principal de la Mesa Central Chichimeca, relevante evento que es acompañado por las “Palabras” o “conquistas” hermanadas y abrazadas por el solemne sonido de la “concha” cuyo instrumento de 12 cuerdas sirve de acompañamiento durante toda la celebración.
El Primer capitán de esta Mesa de Danza Chichimeca, don Andrés Aguilar Sánchez, y General sustituto, sobrino de don Margarito comienza la velación principal con solemnes palabras alusivas a las ánimas comenzando la mención en honor a don Atilano Aguilar, el ancestro padre de la festividad.
Con respetuosa propuesta, don Andrés Aguilar y con el permiso del General Margarito Aguilar, sugiere que el cirio principal de este ritual de velación sea encendido por el hijo mayor de don Margarito, Oscar Aguilar, siguiendo el encendido de otros dos cirios por los “compadres” de las “palabras” de Cadereyta y Celaya, respectivamente.
Entre el cantico armónico de una veintena aproximada de “concheros” que con fervor entonan alabanzas en honor de sus difuntos, el fuerte aroma del humeante copal quemado sobre el ardiente sahumador de la capilla principal envuelve el ambiente ceremonial en honor a las ánimas “que lloran en el purgatorio”.
Frente al hermoso arreglo de la santa cruz que ocupa el lugar principal dentro de la capilla ornamentada con números arreglos florales, frutas, pan y fotografías de sus difuntos de la Mesa Central Chichimeca, don Andrés Aguilar, conductor de esta solemne velación “implanta” sobre una piedra de adoquín las 10 velas de cebo blanco destinadas a honras a las “ánimas que en el purgatorio lloran”.
Concluida la pomposa velación, don Margarito Aguilar Hernández ofrece unas palabras en honor a los difuntos encabezados por don Atilano Aguilar y demás herederos de la tradición, siguiendo después las palabras de bendición del sacerdote del templo de la Santa Cruz, don Alfonso Reséndiz invitado especial para esta magna celebración. Al finalizar esta ceremonia se hizo la bendición del “frontal” que se alzara al siguiente día en el atrio del templo del cerro de Sangremal.
Paralelamente al ritual realizado en la capilla principal de la Mesa Central Chichimeca de Santiago de Querétaro, en otro altar de la misma capitanía de danza, cientos de danzantes concheros de varias parte del país y de EEUU también con solemnes alabanzas hacían ceremonia a sus ancestros. Con la velación en honor a las ánimas, se da principio formalmente a una de las tradiciones vivas que forman parte de la gran cultura del pueblo queretano. Fotos Aron Uribe (Lars) y vmsb.