Mi mano en tu espalda,
es tan breve ese espacio
en el cual quiero
posar este deseo:
si mi mirada te contempla
es porque ya he pecado.
Tu rostro de exquisita forma
es la piel que
mi desnuda alma
aún en este momento
ya sabe que quiero acariciar.
Usted, mujer,
la extraño en mi mente,
¡ no te vayas!
Si te olvido me muero.