Asistí: A una ceremonia Maya.

•           Por primera vez en mi vida, viví la maravillosa experiencia de presenciar una ceremonia Maya, y no solo eso; si no que la ceremonia fue ofrendada bajo mi Nawal o energía: Ajpu. La ceremonia se vistió de amarillo; color correspondiente al día del Nawal Ajpu.

•           No diré que no creía en este tipo de ceremonias, pero jamás había tenido la oportunidad de asistir a una, ahora puedo decir que realmente es una experiencia única.

Tilaco, Landa de Matamoros. La ceremonia comenzó a las 12 del mediodía en el altar maya “Luz de Luna”, como fue bautizado por los tatas y mamas mayas-quiche que lo “sembraron”, generalmente se llevan a cabo al amanecer y/o al anochecer, pero tuve unos contratiempos y no logré llegar a la hora adecuada. Al llegar al lugar, fantástico, por cierto, lejos de la ciudad, de la contaminación, solo hay naturaleza y tranquilidad, donde logras desconectarte de todo y conectarte contigo mismo.

Ahí, el Aj’qij, sacerdote Maya o Contador del Tiempo, como se le conoce, comenzó a preparar todo: las ofrendas, el altar y la ceremonia. Las ofrendas son las flores del color de acuerdo al día presente, fuego, velas, dulces. El sacerdote Maya me explicó que el calendario Maya cuenta con 260 días y 13 meses, por lo tanto, hay 20 Nawal o energías, se pide a cada uno de ellos, por diferentes cosas, ya que cada uno porta diferentes energías.

La ceremonia tiene una duración de aproximadamente una hora, el fuego jamás debe apagarse, tampoco dejarlo solo, hasta que este se apague por completo.

Al momento de la ceremonia, llegaron unas mariposas hermosas, pero el estar ahí, presenciando, es algo inexplicable, porque jamás había sentido llenarme de energía, de sentirme libre de muchas cosas que yo ya no quería en mi vida y me pesaba cargar con ellas, es como renacer, conectarte directamente con las energías y la naturaleza, sin duda volvería a presenciar otra ceremonia, es algo que todos deberían de darse la oportunidad de vivir. Hay que aprender a salir del panorama de siempre, y abrirte a nuevas experiencias, porque la vida no vuelve. (Terapeuta: Yessica Cruz García).

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