De la cita con los radioescuchas ¿Qué relación existe entre la Arqueología y la Medicina Tradicional?

·         Si hablamos de Medicina Tradicional en México (y el mundo) y cómo la Arqueología se aproxima a comprenderla pensamos entonces en la cultura material que las sociedades pretéritas utilizaron para garantizar salud y bienestar.

·         Las metodologías y desarrollo de hipótesis basadas en la cultura material dan valor y legitimidad a todo aquello que pensamos fuera de este mundo.

·         La medicina tradicional es y debe estar al alcance de todas y todos tanto en museos, como en sitios arqueológicos, hospitales y en centros comunitarios, en la oralidad y en las recetas de nuestras abuelas.

Por Crisna Donají Sánchez Ramírez (*)

En días pasados me invitaron al programa de radio “Tiempo de Bienestar” transmitido en vivo desde el corazón de la Sierra Gorda Queretana por Radio Querétaro. Cuando me invitaron a compartir con radioescuchas la relación que hay entre la Arqueología y la Medicina Tradicional nos fue inevitable expresar en primer lugar ¿Qué es la Arqueología y qué estudia?

La Arqueología, busca entender y reconstruir la forma en que interpretaron y vivieron el mundo las sociedades humanas de épocas pasadas; en esta búsqueda escudriñamos el significado de los objetos que un día fueron utilizados en situaciones cotidianas o no, y los llamamos artefactos. Al conjunto de artefactos, arquitectura, restos óseos, códices, etc., los denominamos cultura material; cada eslabón descubierto contiene información que abona al entendimiento de esos grupos humanos que ya no están en este tiempo y espacio.

Si hablamos de Medicina Tradicional en México (y el mundo) y cómo la Arqueología se aproxima a comprenderla pensamos entonces en la cultura material que las sociedades pretéritas utilizaron para garantizar salud y bienestar. Hablamos pues, de bienes inmuebles, por ejemplo, sistemas de drenaje que garantizaron el acceso al agua (vital para una vida saludable), temazcales, así como en artefactos más pequeños como utensilios de molienda que permitieron mezclas y preparación de medicamentos, o bien, la vestimenta que garantizó el cuidado ante las condiciones climáticas. También viene a nuestra mente el conocimiento de plantas y su alimentación, y en cómo se ha documentado o compartido este saber, para que hoy continúe vigente en muchos lugares de la geografía mexicana actual, a pesar de una colonización que inició hace quinientos años.

Me parece que en términos generales, las metodologías y desarrollo de hipótesis basadas en la cultura material dan valor y legitimidad a todo aquello que pensamos fuera de este mundo, pues el hecho de que exista en el registro arqueológico (excavaciones o en superficie) deja de relieve que un día esos objetos fueron importantes para sociedades que desarrollaron su propia cosmovisión, valores y sistemas de creencias.

Visitar un museo, asistir a un temazcal, curarse con la o el curandero de la colonia o del pueblo, asistir con una partera, curarse de espanto, curarse en un hospital, ingerir medicamento alópata, beber mezclas de hierbas, asistir a un sitio arqueológico etc., todo esto es legitimar que las sociedades han buscado la salud y bienestar desde épocas pretéritas de la forma que más prudente y lógica les pareció.

Hoy, en medio de una pandemia, nos ha quedado claro que la salud es la base de muchas actividades y dinámicas sociales, por lo que está estrechamente relacionada con nuestra situación socio cultural y nuestra forma de conceptualizar la realidad, además, nos queda claro que todas y todos somos vulnerables y por tanto, merecemos tener derecho a la salud y merecemos decidir sobre nuestro cuerpo y bienestar, merecemos conocer saberes ancestrales y rurales, lo mismo de una indígena que de nuestra madre o de la vecina que conoce las propiedades curativas de las plantas del patio, lo mismo que en voz de una doctora, de una partera o de una curandera. La medicina tradicional es y debe estar al alcance de todas y todos tanto en museos, como en sitios arqueológicos, hospitales y en centros comunitarios, en la oralidad y en las recetas de nuestras abuelas.  (*) Arqueóloga por la UASLP.

 

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